Cosechando comunidad y conexiones humanas: programa MIES

La palabra mies proviene del término en latín messis, que se puede traducir como cosecha.

Para poder cosechar, hay que analizar el terreno, tratarlo, sembrarlo, cuidarlo y, ya después, recoger lo cosechado.

Este verbo vinculado al campo: cosechar, representa perfectamente todo lo que vivimos trece proyectos vinculados con el mundo rural dentro del programa MIES, organizado por AlmaNatura en colaboración con Ashoka y Google.org

Hace dos semanas que ‘aterrizamos’ en Arroyomolinos de León (Huelva), sede principal de AlmaNatura. Lo que sucedió allí merece ser contado con calma y detenimiento, porque en pocas ocasiones puedes sentir la energía, la pasión y el sentimiento que un grupo de personas le ponen a lo que hacen.

El comienzo del viaje

Finales de noviembre de 2023. Mientras volvía de una sesión de facilitación en Ordesa recibí una llamada en mi teléfono móvil, era de Sofia Quintanero (gestora de proyectos en AlmaNatura), me llamaba para proponerme la participación de Pueblos Remotos en un programa ‘formativo’ que se llama: Programa MIES.

En aquel momento, caminando bastante rápido por la estación de Atocha, de cara a poder llegar a coger un avión de vuelta a Tenerife, no tenía la cabeza para nada: aún teníamos que poner en marcha PR ULL - Garachico, cerrar el año 2023, preparar el 2024 y veníamos/venía de una temporada bastante ‘cargada’ de trabajo.

Menos mal que existe algo llamado ‘calma’ y que en un espacio de reflexión conseguimos darle encaje a poder acudir a esta formación, porque habérmela perdido hubiera supuesto perderme unas historias que ‘merecen ser contadas’ y a un grupo de personas con unas ‘historias increíbles detrás.’

Espero que esta, ‘breve’, introducción te sirva como reflexión para que te plantees bien el decir que ’SÍ’, o que ‘NO’, a un proyecto después de haberlo meditado con calma y no por la situación que estés viviendo en el momento en el que te lo proponen (sobre todo si esa situación es de un determinado nivel de estrés)

La siembra (conociendo a los proyectos implicados)

Volviendo al principio: analizar el terreno, tratarlo y sembrarlo.

En estos términos, la curiosidad vino inicialmente por la metodología de trabajo que se iba a utilizar: EXWEDO.

Entre muchas de las cosas que he hecho (y que hago) en mi vida, la formación siempre ha sido (y es) una de las principales, así que conocer nuevos métodos de formación es algo que me llama mucho la atención. Además, si detrás de esa formación estaba el equipo de Terra da Auga (que te presento un poco más abajo) pues más se incrementó esa curiosidad. Sin duda, este fue uno de los alicientes para participar en el programa.

Laura, introduciéndonos en la formación del programa MIES

Pero, y si conoces lo que hacemos en Pueblos Remotos lo entenderás rápido, no fue el único, ni el más importante. De hecho, recuerdo que una de las primeras cosas que le pregunté a Sofía fue si me podía decir algunos de los proyectos que iban a participar. Así, me dijo algunos que ya conocía (aunque no había coincidido con ellos físicamente): Como una cabra, Apadrina un Olivo, Baku Barrikupel o Gafasvan, eran proyectos que ya me sonaban, que conocía del proyecto The Break o que habían despertado curiosidad.

Otro de los momentos clave ‘pre-experiencia’, fue la videollamada de coordinación que tuvimos antes de viajar hasta la serranía de Huelva. Cuando muchas de las personas se presentaron y presentaron sus proyectos, se pudo sentir ya cierta energía en el ambiente, las sensaciones eran buenas y la motivación por asistir aumentaba según se acercaba la fecha.

Todo estaba analizado (bueno, aquí voy a admitir que de forma parcial), tratado y sembrado para que pudiéramos ir a cosechar.

El cuidado (conectado con personas)

Es curioso como la logística de un evento como este puede hacer que se ‘junten’ cuatro personas de forma completamente aleatoria y que eso sea el comienzo de un pequeño viaje y de conversaciones interesantes.

Arroyomolinos de León es un pueblo precioso, pero llegar allí desde Tenerife supone un viaje de unas cuántas horas, lo fácil es llegar a Sevilla, pero las conexiones entre Sevilla y el pueblo son algo ‘limitadas'. Por suerte, pudimos coordinarnos y gracias a la amabilidad de Jacobo (Regeneration Academy) que se ofreció a recogernos en Sevilla a Sira (Apadrina un Olivo), Milucho (Fresco y del Mar) y a un servidor, emprendimos un viaje en coche de poco más de una hora. Por el medio, comenzaron algunas conversaciones acerca del paisaje que veíamos, de nuestros proyectos, de las zonas desde las que veníamos y un largo etcétera más.

La llegada al pueblo supuso una de esas experiencias que a mi particularmente me flipan: ponerle cara, y cuerpo, a las personas que están detrás de cada uno de los proyectos, porque cuando llegas allí, los proyectos dejan de tener sólo nombre comercial, para tener nombres personales:

  • AlmaNatura: Conce, Juanjo, Israel, Sofía, Juanan y Elena

  • Terra da Auga: Laura, María, Ramón y Olatz

  • Muullhoa: María

  • Baku Barrikupel: Amaia y Jesús (su padre)

  • EntreSetas: Nazaret (Naza) y Pablo

  • Carqueixa: Román

  • Babel Nature: Daniel Calleja

  • Gafasvan: Daniel Paniagua

  • Como una cabra: María y Cristina

A Jacobo, Sira y Milucho, ya te los presenté antes.

Conocernos en persona, supuso al mismo tiempo conocer la ‘base de operaciones’ de AlmaNatura: AlmaNartura LAB. Introduciéndonos en todo un evento cultural cargado de simbolismo en lo que fue (y es) la restauración de un antiguo molino en un espacio multifuncional dónde suceden todo tipo de cosas: formaciones (como la nuestra), exposiciones, obras de teatro, conciertos de música, hackatones, experiencias de emprendimiento y mil aventuras más.

Como bienvenida al pueblo, pudimos disfrutar también de una cena típica de Huelva (sí, jamón del rico) en el Bar Juanito, que en realidad es Paquito… Bueno, esas historias de pueblo que tienen tanto encanto. Lo importante de la cena, una vez más, no fue el menú, si no las conversaciones. Conocer más a fondo alguno de los proyectos, conversar con Juanjo acerca de la evolución de AlmaNatura, ponernos al día sobre los proyectos del rural español y todos esos temas que sirven de entrada a unos días intensos, pero muy productivos.

Evidentemente, después de la cena tocaba descansar, que al día siguiente nos tocaba ‘caña de la buena.’

(Amanecer en Arroyomolinos de León: día 1 (Izquierda) Vs día 2 (derecha)

(*) Como anécdota previa al segundo día, diré que tuve una experiencia un tanto ‘reveladora’ con un ‘gorrino’ un tanto ‘encabronado’ cuando salí a correr a primera hora. Lo cuál supongo que es normal, si te a ves un tío todo vestido de negro y con un frontal corriendo en frente de tu granja a las 7:00 de la mañana, jajaja.

La cosecha (recogiendo lo sembrado)

Después de un rico desayuno todos juntos en el molino, que fundamentales son esos puntos de encuentro, y de algún que otro ‘codazo’ por coger el primer café de la mañana, comenzamos con un día cargado de intensidad.

Gran parte del primer día del programa consistió en dos cosas principales: identificar cuál es nuestro valor como proyecto y cuál es nuestro tipo de rol dentro del mismo.

Para ello utilizamos como telón de fondo el ya mentado método EXWEDO, del que sacamos algunos modelos muy interesantes, como el que puedes ver en la foto de aquí debajo (después de cuarenta años, voy y me entero de que soy una serpiente, mire usted)

Momento en el que se demuestra que ‘soy una serpiente’

Estos ejercicios estuvieron siempre acompañados de lo que considero que fue lo mejor de las sesiones de trabajo: los debates y los intercambios de impresiones acerca de cómo se identifica y sentía cada uno con su rol, y sobre todo con los valores de sus proyectos.

Esos momentos de intercambio, de darte cuenta de lo qué haces y sobre todo de porqué lo haces, son de lo mejorcito que se puede dar cuando conectas con otras personas.

Escuchar como María Álvarez (Muullhoa) se volvió al rural para emprender con 50 años, junto a su hermana y otras dos compañeras de edades similares, para poner en marcha productos de cosmética usando la leche de vaca. O como un padre y una hija (Jesús y Amaia, de Baku)están trabajando codo con codo para hacer de barricas de vino auténticas obras de arte en forma de lámparas.

Conocer proyectos como EntreSetas en la boca de Naza y Pablo, sus fundadores, que además de comerciar con este rico alimento, tienen un proyecto genial para la reforestación de bosques. Ver el esfuerzo y la dedicación que lleva a cabo Jacobo, y sus socios en Regeneration Academy, para llevar la educación en agricultura regenerativa hasta una pequeña aldea del altiplano murciano: La Junquera.

Entender los años de trabajo y esfuerzo de los pescadores y las mariscadoras de la Costa da Morte en las palabras de Milucho (Fresco y del Mar) Ver (y ojo con el verbo) en boca de Daniel Paniagua la pasión que le ha llevado a querer ‘ponerle gafas’ a todos los jubilados de Castilla y León con Gafasvan.

Escuchar todo el vocabulario que puede salir de entender y mirar a la naturaleza con calma en las palabras de Daniel Calleja y su proyecto Babel Nature. Sentir el sentimiento que une a Sira a Oliete, el pueblo dónde nació y reside el espíritu de Apadrina un Olivo.

Saber, de manos de Román (Carqueixa) cómo se gestiona una cooperativa de ganaderos y la importancia de la misma para vender productos cárnicos locales y de calidad desde un pueblo de Lugo. Comprender las necesidades de las mujeres que emprenden desde el rural con la experiencia de María y Cristina (Como una cabra) y todo lo que están haciendo para ayudarlas.

Y allí, en medio (y sin quitarnos valor) estábamos nosotros (bueno, yo) el único que levantó la mano cuando preguntaron ¿Proyectos que han nacido en lo urbano y ayudan al rural desde lo urbano? Los ‘urbanitas’ del local, vamos.

Momentos de debate y conversación durante las pausas de la formación

Fue una gozada poder conversar de forma abierta, conocer estas historias, que al día siguiente (día dos de formación) pudiéramos darle forma a lo que queríamos transmitir en los videos de cierre de la mano de Merche y Laura. De ver como le dábamos forma a esos ‘pitch’, que al final no fueron tan ‘pitch’ y se transformaron más en ‘cómo contar con pasión el valor de lo que hacemos y de lo que dejamos.’

Y vez más, el valor de sentarnos en un patio a compartir, a decirle de forma cercana y honesta a un compañero que lo que está haciendo es MUY importante, porque seguramente está cambiando el mundo y la vida de mucha gente.

Fue una oportunidad de quitar ‘etiquetas’, ‘branding’ y ‘conceptos’ de impacto, para bajar a la tierra y ser conscientes de que el hilo conductor que tenemos todos es dejar el mundo mejor de lo que nos lo encontramos. Cada uno con su prisma, con su realidad y con su forma de entender las cosas.

Y todo eso sucedió por algo que nosotros llamamos ‘Ruralidad Conectada’, porque cuando conectas a las personas, suceden cosas increíbles.

Bueno, y cuando recoges la cosecha, también toca comérsela

Si me tengo que quedar con algo de todo esto, al margen de la cosecha, es con las conversaciones casuales y los momentos ‘divertidos’: ese chiste en el momento oportuno, esas partidas de futbolín en el bar del pueblo (dónde, todo sea dicho de paso, los locales nos dieron un buen repaso, jajaja), esas charlas antes de irnos a dormir en la habitación, hablando acerca de nuestros lugares, en definitiva, todo eso que nos hace humanos.

Momentos de futbolín antes de irnos a dormir 😝

Antes de llegar, tenía curiosidad de saber cómo sería Arroyomolinos de León, ¿Cómo será ese pueblecito del que tanto he oído hablar? Y lo cierto es que poder descubrirlo dentro de este marco, fue toda una gozada.

Ahora me pregunto ¿Cómo serán muchos de los sitios de los que no he parado de oír hablar estos días? Muros, Estela, La Junquera, Oliete o la Sierra de la Culebra. Y como respuesta, obtengo un ¿Quién sabe, igual los visitas antes de lo que piensas?

Mientras tanto, toca seguir conectando, compartiendo lo aprendido, buscando momentos de conexión con todos y cada uno de estos proyectos. Pero sobre todo, toca sentirnos orgullosos, orgullosos de lo que estamos construyendo y de tener proyectos, que ante todo, tienen un valor claro para seguir aportándole ganas y empuje al mundo rural.

Carlos Jonay Suárez

Mis padres decidieron llamarme Carlos Jonay, algo que me ha venido bien para posicionarme en internet (y para que me encuentres fácil en LinkedIn). Me flipa la estrategia digital, la gestión de proyectos, enfrentarme a problemas complejos y gastar suela por la montaña que me pille más cercar. Todas estas pasiones se unen en el entorno rural para co-crear, junto con Elsa, Pueblos Remotos, un emprendimiento diferente con la ruralidad conectada y el trabajo remoto como bandera.

https://www.linkedin.com/in/carlosjonayss/
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